Wednesday, October 24, 2012

Vecinos (no siempre) bien avenidos

Como la de todos los vecinos, la historia entre Rusia y Alemania tiene momentos buenos y malos. Uno de los mejores fue cuando, en el siglo XVIII, Catalina la Grande (que para algo era alemana de origen) invitó a muchos trabajadores alemanes a que repoblaran el sur de Rusia, llegando, con Lenin, a fundar la República Socialista Soviética de los Alemanes del Volga. Uno de los más bajos se dio poco después, cuando durante la I y, sobre todo, II Guerra Mundial, ya con Stalin en el poder, esta misma población fue deportada, entre otros lugares, a Siberia. Cuando el muro de Berlín cayó, muchos de estos ruso-alemanes regresaron a su tierra natal, aunque ya no lo era más, y en esas están todavía.

 


George Grosz, El agitador, 1928.
Óleo sobre lienzo, 108 x 81 cm.
Stedelijk Museum, Amsterdam


 

Pero no sólo se mezclaron las poblaciones, sino que los artistas también se influyeron mutuamente, fundando movimientos que luego exportaban, estudiando cada uno en el país vecino e integrándose con sus compañeros extranjeros, algo que se hizo especialmente visible en las vanguardias, con artistas como Malévich o Grosz. Y esto precisamente es lo que la exposición  «Russians & Germans. 1000 Years of Art, History and Culture» (Rusos y alemanes. 1000 años de arte, historia y cultura) del Neues Museum (Berlín) trata de ensalzar.

 


Kazimir Malévich, Paisaje de invierno, 1931.
Óleo sobre lienzo, 48,5 x 54 cm.
Museum Ludwig, Colonia.


 

Así que acércate a Berlín antes del 13 de enero de 2013 para admirar el asombroso fruto que pueden dar las relaciones vecinales, o, si lo prefieres, llévate el arte alemán a casa con este fantástico estudio de Franz Dülberg.

 

 

 

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