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Monday, January 7, 2013

Paul Klee: creatividad y abstracción

Ya a finales del siglo XIX el arte estaba intentando cortar con el formalismo academicista, pero a principios del XX la cosa se salió de madre: empezaron a nacer vanguardias sin control, se desató la creatividad individual dando paso a artistas, más que a movimientos artísticos, se cortó con la función representativa de la realidad (sobre todo en la pintura) para dar paso a la expresiva. Surgieron movimientos como el expresionismo, el cubismo, el rayonismo o el dadaísmo. Incluso la música «clásica», esa disciplina que parece permanecer invariable a lo largo de los siglos, experimentó una sacudida con el atonalismo y, más tarde, con la música concreta.

Esta crisis en las artes (entendida esta palabra como ’mutación importante en el desarrollo de otros procesos, ya de orden físico, ya históricos o espirituales’) brota de una realidad mundial inestable, en la que se ha perdido la fe en el ser humano, con grandes avances científicos que se utilizaron para cambiar para siempre el significado de la palabra «guerra» (podrían haber sido buenos, pero así somos). Fue entonces cuando se empezó a entender el arte como acción transformadora, con un fuerte componente lúdico a la vez que autocrítico. Lo que está claro es que estas nuevas tendencias no dejaron a nadie indiferente, y si no que se lo digan a los nazis que lo consideraron tan importante como para hacer quemas públicas de las obras.

 

Villa R, 1919.Óleo sobre cartulina, 26,5 x 22 cm.Kunstmuseum, Basilea.
Villa R, 1919.
Óleo sobre cartulina, 26,5 x 22 cm.
Kunstmuseum, Basilea.


 

Uno de estos artistas, más denostados que admirados, fue Paul Klee. Habiendo bebido del impresionismo, se fue acercando al arte abstracto y colorista creando composiciones de ensueño que quieren imitar «en el juego del arte las fuerzas que han creado y siguen creando el mundo». Sus críticos le acusan de utilizar una pintura pueril y pretenciosa y de mezclar técnicas de manera disparatada, asumiendo que se debe a la indecisión en lugar de a la intención. Pero teniendo en cuenta que una de las ideas principales en su obra es el caos primigenio, ¿no es esta una manera brillante de representarlo?

 

Bodegón con dado, 1923.Acuarela, lápiz de cera y tinta sobre papel adherido a cartulina. 27 x 38 cm.Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid.
Bodegón con dado, 1923.
Acuarela, lápiz de cera y tinta sobre papel adherido a cartulina. 27 x 38 cm.
Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid.


 

Como se dice, «para gustos, colores» (y si te gustan las vanguardias tienes unos cuantos a elegir). Este artista puede gustarte o no, pero lo que no se puede negar es que él fue uno de los impulsores del arte moderno; no hace falta que me creas, date una vuelta por el Reina Sofía, el MACBA, el MUSAC o el Guggenheim y lo verás por ti mismo.

Déjate atrapar por su obra y piérdete entre sus símbolos hasta encontrarles significado, o simplemente disfruta de los colores y formas de sus lienzos en «100 x Paul Klee», que puedes visitar en el Kunstsammlung Nordrhein-Westfalen de Dusseldorf hasta el 10 de enero de 2013. Si Alemania en invierno te resulta muy fría, siempre puedes hacerte con Klee de Donald Wigal o disfrutar de sus representaciones de animales en Beauty of the Beast (ambos en inglés).

 

 

Wednesday, October 24, 2012

Vecinos (no siempre) bien avenidos

Como la de todos los vecinos, la historia entre Rusia y Alemania tiene momentos buenos y malos. Uno de los mejores fue cuando, en el siglo XVIII, Catalina la Grande (que para algo era alemana de origen) invitó a muchos trabajadores alemanes a que repoblaran el sur de Rusia, llegando, con Lenin, a fundar la República Socialista Soviética de los Alemanes del Volga. Uno de los más bajos se dio poco después, cuando durante la I y, sobre todo, II Guerra Mundial, ya con Stalin en el poder, esta misma población fue deportada, entre otros lugares, a Siberia. Cuando el muro de Berlín cayó, muchos de estos ruso-alemanes regresaron a su tierra natal, aunque ya no lo era más, y en esas están todavía.

 


George Grosz, El agitador, 1928.
Óleo sobre lienzo, 108 x 81 cm.
Stedelijk Museum, Amsterdam


 

Pero no sólo se mezclaron las poblaciones, sino que los artistas también se influyeron mutuamente, fundando movimientos que luego exportaban, estudiando cada uno en el país vecino e integrándose con sus compañeros extranjeros, algo que se hizo especialmente visible en las vanguardias, con artistas como Malévich o Grosz. Y esto precisamente es lo que la exposición  «Russians & Germans. 1000 Years of Art, History and Culture» (Rusos y alemanes. 1000 años de arte, historia y cultura) del Neues Museum (Berlín) trata de ensalzar.

 


Kazimir Malévich, Paisaje de invierno, 1931.
Óleo sobre lienzo, 48,5 x 54 cm.
Museum Ludwig, Colonia.


 

Así que acércate a Berlín antes del 13 de enero de 2013 para admirar el asombroso fruto que pueden dar las relaciones vecinales, o, si lo prefieres, llévate el arte alemán a casa con este fantástico estudio de Franz Dülberg.