De esto se deduce que la parte integradora de la vida y el arte medieval era la religión, elemento tan importante que no fueron pocos los nobles que quisieron incorporar elementos monásticos a su vida cotidiana. Para ello nacieron los libros de horas, un compendio de salmos, oraciones y abundantes iluminaciones referentes a la vida cristiana que permitían al devoto llevar al día (o más bien a la hora) sus rezos y de manera personalizada, ya que era compuesto especificamente para él. Una suerte de aplicación para teléfono móvil individualizada (sobre todo si tenemos en cuenta el pequeño tamaño de los libros, que facilitaba su transporte).
Hermanos Limbourg, El mes de mayo en el calendario de Las muy ricas horas del Duque de Berry, c. 1412-1416. 22,5 x 13,6 cm. Musée Condé, Chantilly.
Pero ¿eran realmente tan religiosos como aparentaban? El libro de horas encargado por el Duque de Berry, uno de los más hermosos de los que nos han llegado, se encuentra en un estado de conservación prácticamente perfecto, lo que hace pensar en un uso poco frecuente. Tanto Jean de Berry como los iluminadores del libro, los hermanos Limbourg (los tres menores de 30 años), murieron por causas desconocidas en 1416. ¿Casualidad o castigo divino?
Aún te quedan dos semanas para admirar Las muy ricas horas del Duque de Berry en el Louvre, pero si no te va bien acercarte siempre puedes recrear la época medieval con este fantástico surtido de libros sobre el arte de la Edad Media.
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