¿Qué hubiera pasado si, llevados por juicios morales, hubieramos decidido que Quevedo no era digno de atención? Pudo ser un misántropo y un misógino, pero eso no quita para que sus sonetos amorosos sean los mejores escritos en lengua castellana (con permiso de Garcilaso). ¿O si hubiéramos desatendido el Impresionismo por la «laxa moral» de algunos de sus protagonistas? En mi humilde opinión, el Arte debe ser mirado con ojos artísticos, no centrándonos en quién está detrás. Eso son asuntos humanos y lo juzgan tribunales humanos.
Retrato de Père Tanguy, 1887.
Óleo sobre lienzo, 92 x 75.
Musée Rodin, París.
Y todo esto, ¿a santo de qué?, os preguntaréis. Pues viene a que, por fin, alguien se ha animado a montar una exposición sobre van Gogh mirando más allá del personaje (ese loco que se cortó una oreja y terminó suicidándose con un disparo en el pecho), que si bien ha creado un mito que ha favorecido su celebridad, también ha oscurecido en parte el valor artístico de sus obras (para el público en general, no para los especialistas). Y es que, el bueno de Vincent, era un apasionado del Ukiyo-e, tanto así que coleccionó cientos de ellos y creó un taller en el que se dedicaba a su copia.
Japonesería: Ciruelo en flor, 1887.
Óleo sobre lienzo, 55 x 46 cm.
Van Gogh Museum, Ámsterdam.
La cortesana, 1887.
Óleo sobre lienzo, 105,5 cm × 60,5 cm.
Van Gogh Museum, Ámsterdam.
Acercaos a la Pinacothèque de Paris para disfrutar de esta comparativa entre van Gogh y su admirado Hiroshige en la exposición «Van Gogh et le Japonisme» (enlace en inglés) que se podrá visitar hasta el 17 de marzo de 2013. Si París no es lo tuyo, pero quieres conocer más el van Gogh «artista» de lo que ya conoces el van Gogh «persona», hazte con este ebook firmado por Victoria Charles.
*Hombres, mujeres y viceversa.
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