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Tuesday, November 13, 2012

El Bosco, ¿creatividad, locura o drogadicción?

El siglo XVI fue uno de los más prolíficos en lo que se refiere a extrañas manifestaciones de fervor religioso. Desde los éxtasis de los místicos a las obras de los artistas flamencos, parece que a la gente le daba por exagerar hasta lo imposible la experiencia de lo sagrado y amedrentar a los pecadores con imágenes terroríficas, y dejaron testimonios y manifestaciones artísticas que más tarde se han identificado como fruto de la epilepsia o del consumo de drogas psicotrópicas (queriendo o sin querer, eso nunca lo sabremos).

Uno de los artistas en duda es El Bosco: ¿era realmente un genio con una imaginación desbordante o simplemente alucinaba por efecto de algo raro en la comida (el moho en el grano era frecuente)? ¿Quizá simplemente estaba loco? ¿Quizá era un hereje? ¿Un mojigato que quería que todo aquel con algo de alegría de vivir quedara amedrentado por los peligros del infierno durante el resto de sus días? Lo cierto es que, si miramos de cerca cualquiera de sus cuadros, veremos elementos que nos resultaran muy familiares y no tan lejanos en el tiempo. Personalmente encuentro que sus obras podrían ser consideradas surrealismo si tomamos los elementos por separado. Analicemos por ejemplo el tríptico Las tentaciones de San Antonio.


Las tentaciones de San Antonio, c. 1500.
Óleo sobre tabla, 131,5 x 119.
Museu Nacional de Arte Antiga, Lisboa


En el panel de la izquierda unos demonios llevan en volandas a San Antonio, unos monjes le ayudan tras su caída atravesando un puente debajo del cual hay tres figuras y cerca de ellos un pájaro patinando sobre un lago helado (vamos, lo normal). Un poco más allá nos encontramos a un ciervo con dos extrañas figuras en procesión y al final del camino una cueva cuya entrada se asemeja a dos piernas de rodillas. Cerca de ella, la cola de un pez asoma en la boca de otro, que no parece tener dificultades para respirar fuera del agua.

Si pasamos al panel central podemos observar perros con armaduras, cerdos con forma humana, ratones gigantes, tinajas con patas una ¿manzana? rota como si de una cáscara de huevo se tratara de la que salen extrañas criaturas y, lo que nada en el lago, ¿es un pato sin cabeza con un humano dentro? (que el pez sea a la vez barco y lleve una especie de armadura no me preocupa en absoluto después de ver esto).



Y pasemos, por fin, al panel derecho en el que tenemos una mesa sujetada por seres humanos, una mujer desnuda saliendo de un árbol cerca del cual hay unas extrañas criaturas (demonios) sujetando una cortina y, de nuevo, el pez (no podía faltar), esta vez volando con dos personas encima.

Viendo esto nos queda claro que, el hombre muy normal no era. Pero a qué se debían estos ataques de creatividad es algo que nunca sabremos. Lo que sí podemos hacer es admirar su obra, parte de la cual se expone estos días (y hasta el 14 de enero de 2013) en el Palais des Beaux Arts de Lille como parte de la exposición «Fables of Flemish Landscapes, Bosch, Brueghel, Bles, Bril» (enlace en francés). Antes de ir, quizá quieras ponerte al día con la obra de El Bosco con este ebook de Virginia Pitts Rembert. O familiarizarte con las imágenes infernales de estos autores con Apocalypse (en inglés), de Camille Flammarion.

Tuesday, September 18, 2012

Ecce homo, ved aquí al hombre

Solo puedo decir que estoy francamente impresionada por la campaña publicitaria que ha lanzado el Getty para promocionar la muestra dedicada al recién restaurado retablo del maestro renacentista holandés Maerten van Heemskerck (1498-1574), «Drama and Devotion: Heemskerck’s “Ecce Homo” Altarpiece from Warsaw»... Contratar a una devota y bienintencionada octogenaria para «retocar» un eccehomomenor en una pequeña iglesia española con un resultado tan ridículamente jocoso que se convierta en el tema del momento y que ponga los Cristos y las restauraciones de arte de primerísima actualidad... No puedo más que rendirme a los pies de ese genial e increíblemente retorcido publicista en cuyas manos Internet es poco más que una redecilla de pelo. Supongo que no se podían permitir que tantos meses de trabajo quedaran en la sombra.

Bromas, memes y contenido viral aparte, los estudios realizados han sacado a la luz importantes datos sobre la técnica y el estilo del virtuoso Heemskerck. Entre otros descubrimientos, el equipo de restauradores ha podido comprobar que se habían producido notables variaciones en el color, que es uno de los elementos que dotaba de dramatismo a esta gran pieza. No obstante, pese a que los trabajos parecen haber sido impecables, el tema de la restauración de obras maestras del arte levanta polémica allá donde se deja oír. La intervención de los frescos de la bóveda de la Capilla Sixtina es, discutiblemente, el proyecto que más conflicto ha generado hasta el momento, ya que muchos expertos aseguran que las sombras y el trabajo de carbón de Miguel Ángel se perdieron con la restauración. Afortunadamente, la reparación del Ecce Homo de Heemskerck es un ejemplo destacado de las virtudes de la restauración de arte, como también lo es la obra más afamada y singular de otro de sus contemporáneos, El jardín de las delicias de El Bosco.


Hieronymus Bosch, El Bosco, El jardín de las delicias (detalle), c. 1500-1501
Óleo sobre tabla, 220 x 389 cm.
Museo Nacional del Prado, Madrid.


Las obras de Heemskerck, de El Bosco y de otros artistas inmortales de su generación, como Hans Memling, lograron sobrevivir a una época tumultuosa en la que la furia iconoclasta destruyó una gran cantidad de imágenes y objetos sagrados asociados a la fe católica. ¿Hasta qué punto es asumible el riesgo de que sufran riesgos irreparables durante un traslado de Polonia a Los Ángeles o en el transcurso de los trabajos de restauración? Y si la obra resultante deja de ser la obra maestra que un día fue, ¿qué interés podría tener para las futuras generaciones? ¿Quién pone el límite entre la conservación de los valores estéticos e históricos y la reconstitución basada en conjeturas?

Sea cual sea tu postura, tienes opciones: si eres un contumaz defensor de la buena y justificada restauración, no te pierdas la exposición en The J. Paul Getty Museum, que permanecerá abierta al público hasta el 13 de enero del próximo año; si, en cambio, prefieres seguir las tendencias globales, no dejes de pasarte por Borja, Zaragoza, antes de que intervengan los verdaderos profesionales. Y si no quieres moverte de casa, deléitate con las sublimes obras maestras de Memling de Albert Michiels y de El Bosco de M.L. Patrizi y Virginia Pitts Rembert en ebook o versión impresa.