Gustav Klimt, El beso, 1907-1908.
Óleo sobre lienzo, 180x180 cm.
Österreichische Galerie, Viena.
Está en la naturaleza del ser humano el impulso de amar lo que le rodea, por pura supervivencia: si quiero a la gente de mi alrededor esta estará más inclinada a ayudarme cuando yo lo necesite, porque del amor nace amor. O eso nos dicen. También porque somos seres sociales y en el fondo, excepto unos cuantos «cráneos previlegiados» todos queremos ser aceptados y amados por nuestros vecinos.
Yo quiero reivindicar la parte consciente del amor. Esa que te lleva a decidir «quiero conocer mejor a esta persona, forjar una amistad con ella» o «este otro individuo no me conviene, no hace más que darme problemas y no me compensa lo que me aporta» (y luego decir adiós, que a veces se nos escapa esa parte). Ser capaz de reconocer ese tipo de cuestiones (la llamada inteligencia emocional) nos hace, a mi juicio, más capaces de amar. Y de dar un amor de calidad.
Carl Spitzweg, El adiós, 1855.
Óleo sobre lienzo, 54x32 cm.
Shack-Galerie, Múnich.
El Mori Art Museum (Tokio) nos propone explorar más allá del amor romántico (también presente) en la exposición «All you need is LOVE», que se podrá visitar hasta el 1 de septiembre de 2013. Pero si lo que te apetece es disfrutar de un poco de romanticismo desde la comodidad de tu sofá, no dudes en hacerte con Love, de Jp. A. Calosse.
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