Thursday, May 23, 2013

Color, trazo, luz: ¡bingo!

¿Qué ha sido de esta diversión tan popular otrora? Recuerdo cuando los bingos eran un lugar de peregrinaje al que la gente se dirigía para tentar a la suerte y multiplicar sus magros sueldos. En realidad, era más un pasatiempo que otra cosa, ya que las posibilidades de ganar siempre han sido escasas, solo una persona puede cantar línea y solo otra cantará bingo. Aunque claro, todo depende de las partidas que se jueguen. No había tampoco barrio o asociación cultural, hogar del jubilado, fiestas de pueblo, tarde en casa con la familia, que se preciara que no organizara una velada de: 22, los dos patitos; 15, la niña bonita; 13, la mala pata; 11, las banderillas; 33, la edad de Cristo, etc. Todo empezó cuando en 1977 cambió la ley en España y se legalizó el juego (este y todos los demás). En esos primeros años, pues, fue cuando se produjo la proliferación de salas y su arraigo en la cultura española. ¿Quién no recuerda Los bingueros (Mariano Ozores, 1979)?  ¿O la infame versión que Ozores se hizo de su misma película en Ya no va más (1988)? ¿O Las chicas del bingo (Julián Esteban, 1982)? Es cierto que en todas estas películas el bingo era una excusa para pasar de alguna manera u otra al verdadero asunto del filme, que no era otro que mostrar a chicas ligeras de ropa, pero al menos suponían un desvío de la recurrente temática del cine español, que si no me equivoco no pasa un año sin que produzca, como mínimo, dos o tres películas sobre la tan nuestra Guerra Civil. Digo esto porque este año, del que llevamos solo cinco meses, ya se han hecho dos: Un Dios prohibido (Pablo moreno, 2013)  y La mula (Michael Radford, 2013). Pero si hacen falta datos para apoyar todavía más mi tesis aquí os dejo esta magnífica página web:http://www.uhu.es/cine.educacion/cineyeducacion/historia_guerracivil.htm.

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Escena de la película Los bingueros protagonizada por Andrés Pajares y Fernando Esteso (Mariano Ozores, 1979).


Decíamos. El bingo ya pasó de moda. Ahora la gente prefiere ir a la bolera o apostar sus esperanzas al Euromillón. Los bingos de juguete apilan polvo en los trasteros de las casas, solo recordándonos su existencia en un pasado no tan lejano los hallazgos de las bolas numeradas en esos acumuladores de tesoros que son las espaldas de los muebles. Qué le vamos a hacer, es la evolución humana. Llorar por la pérdida de un ser querido no lo traerá de vuelta. Antes al contrario, lo mantendrá presente para que sigamos sufriendo indefinidamente. A olvidar se ha dicho. Siempre podremos consolarnos acudiendo a alguna de las salas que aún permanecen abiertaspor toda la geografía española, cada vez con menos clientes,que, para aquellos que no lo sepan, tienen la característica de contar con precios imbatibles en lo que se refiere a consumiciones y menús.

Pero,¿a qué viene lo de color, trazo y luz? Pues resulta que el enero pasado, la NationalGallery of Art alojó una exposición, Color, Line, Light: French Drawings, Watercolors, and Pastelsfrom Delacroix toSignac, en la que presentó la colección de dibujos y acuarelas de James T. Dyke, uno de los más astutos coleccionistas de los siglos XIX y XX en lo que a trabajos sobre papel se refiere. Entre sus joyas se podían contemplar unas 100 obras que mostraban el desarrolloen el arte del dibujo en Francia desde el romanticismohasta el realismo, pasando en el camino por los impresionistas, nabis y neoimpresionistas. Artistas que estuvieron activos desde 1830 hasta 1930 incluían a Delacroix, Monet, Degas, Cézanne,Signac, y ponían de manifiesto la diversidad de temática, estilos y técnicas.

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Paul Signac, Martigues, abril de 1929. Lápiz y acuarela sobre papel,27,62 x 43,5 cm.
Arkansas Arts Center Foundation, Little Rock. Regalo de James T. Dyke 1999.


Esta vez no llegamos a tiempo, pero, como siempre, en Parkstone tenemos un libro que podrá suplir las carencias económicas para pagar el viaje, las de conocimiento por si no conocíamos este arte y las de entretenimiento por si nuestra única afición era el desvirtuado bingo. Lo firma Victoria Charles y se llama French Painting (en francés).

Man O’ Letter.

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