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Thursday, April 11, 2013

Auf Teufel komm raus - Symbolismus im Land der tausend Seen

Der personifizierte Tod, Teufel und Dämonen: Was für Italien die Renaissance und für die Niederlande das Barock war, ist für Finnland der Symbolismus.

Zwei blasse, dunkel gekleidete Buben tragen einen verwundeten Engel auf einer Bahre davon, einer der jungen Träger wirft dem Betrachter einen strengen Blick zu. Der verwundete Engel (1903) von Hugo Simberg (1873-1917) gehört nicht nur zu den bekanntesten Gemälden Simbergs, sondern gilt auch als das Hauptwerk des finnischen Symbolismus, das 2006 von den Besuchern des Ateneums in Helsinki zum „Nationalen Gemälde“ Finnlands gewählt wurde.

 

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Hugo Simberg, Der verwundete Engel, 1903.
Öl auf Leinwand, 127 x 154 cm.
Ateneum Art Museum, Finnish National Gallery, Helsinki.


 

Im Garten des Todes (1896) kümmern sich drei in schwarze Umhänge gehüllte Skelette um die verschiedenen Pflanzen des Hochbeetgartens; während einer der Todesgärtner eine Reihe kleiner Pflänzchen bewässert, drückt ein anderer, der dem Betrachter direkt zugewandt ist, sich mit beiden Händen einen bereits hochgewachsenen langen Blütenstängel an die Brust – ein sanftmütiger Gevatter Tod, eine Geste der Hingabe, ein gut gemeintes Memento mori oder doch eine Warnung? Die leeren dunklen Augenhöhlen lassen keine Deutung zu.

 

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Hugo Simberg, Im Garten des Todes, 1896.
Öl auf Leinwand, 16 x 17 cm.
Ateneum Art Museum, Finnish National Gallery, Helsinki.


 

Neben der Liebe gibt es bekanntlich kaum ein anderes Thema, mit dem sich der Mensch und die Kunst so sehr beschäftigen wie mit dem Tod. Aber liegt es an den langen kalten Wintern, der kurzen Vegetationsperiode oder an den finsteren Nadelwäldern des waldreichsten Landes Europas, dass viele der finnischen Symbolisten eine solch düstere Atmosphäre erzeugten?

Es sind die harten Schwarz-Weiß-Kontraste, die Ernsthaftigkeit der Porträtierten, ihr starrer Blick, ihre blasse, nahezu transparent anmutende Haut und ihre dunkle Kleidung, die ganz gewiss zu diesem Eindruck beitragen.

 

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Ellen Thesleff, Self-Portrait, 1894-95.
Ateneum Art Museum, Finnish National Gallery, Helsinki.


 

Das Ateneum in Helsinki versammelt in der Ausstellung In the Spirit of Symbolism noch bis zum 28. April 2013 Werke der berühmtesten finnischen Symbolisten, darunter neben Hugo Simberg die in einer skandinavischen Künstlerkolonie in Paris tätig gewesenen Maler Akseli Gallen-Kallela (1865-1931) und Magnus Enckell (1870-1925), die nach ihrem Frankreich-Aufenthalt den Symbolismus nach Finnland brachten.

Das im Verlag Parkstone International erschienene Werk Symbolismus von Nathalia Brodskaya bietet eine gute Einführung in die Kunstepoche, die den Versuch wagte, nicht die uns umgebene wahrnehmbare Realität, sondern die „seelische Tiefe“ zu erforschen.

C. Schmidt

Monday, March 25, 2013

Anarsequetrodovirpo —mnemotecnia del simbolismo

«Porque lo bello no es sino el comienzo de lo terrible,
ése que todavía podemos soportar»


Elegías de Duino, Rainer Maria Rilke


El simbolismo no fue un movimiento artístico como tal. Se desarrolló a partir de la literatura francesa y, posteriormente, de las belga y rusa y se define como un medio para conceptualizar verdades e ideas atemporales, para reproducir los efectos que escenas del mundo real produjeron en los artistas que las pintaron, en los poetas que las pusieron en verso.

Situadas en su contexto histórico, a finales del siglo XIX, las obras simbolistas reflejan vidas de tensión, horrores y barbarie. La muerte es un tema recurrente, como también lo son la espiritualidad, el misticismo, la religión y la fantasía, que se combinan para trascender la realidad y la razón y alcanzar una realidad superior eminentemente subjetiva. Dado que no existe una pauta precisa que caracterice al simbolismo, lo único que sus seguidores tienen en común es, por así decirlo, «el espíritu». Y es precisamente este espíritu simbolista el que da título a la exposición que el Ateneum, el museo nacional de arte finlandés, dedica a las obras simbolistas de su colección.

 

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Hugo Simberg, El jardín de la muerte,
Acuarela y aguada sobre papel, 16 x 17 cm.
Ateneumin taidemuseo, Helsinki.


 

Uno de los artistas destacados de la exposición es Hugo Simberg, quien decía querer «pintar todo aquello que conmueve el alma». Sus obras plantean preguntas acerca de la vida y la muerte y poseen un fino sentido del humor. En El jardín de la muerte, por ejemplo, las figuras esqueléticas cuidan de sus extrañas plantas con una ternura tan primorosa como insospechada. Esta yuxtaposición puede resultar extraña al espectador, pero más allá de la confusión transmite serenidad y aliento, y una cierta nostalgia por la vida que un día dejará de ser. Simberg esbozó numerosas variaciones de esta composición, que también pintó en los muros de la catedral de Tampere.

 

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Hugo Simberg, El ángel herido, 1903.
Óleo sobre lienzo, 154 x 127 cm.
Ateneumin taidemuseo, Helsinki.


 

Otro de los frescos de esta catedral retoma el tema de El ángel herido, la obra de arte más apreciada por los finlandeses, según una encuesta de 2007. Hugo Simberg trabajó duramente en esta melancólica obra, que realizó a partir de fotografías de los modelos y del sendero de la bahía de Töölö por el que caminan. Cuando la hubo finalizado, Simberg rehusó ponerle un título y acompañarla de interpretación alguna: es el propio espectador quien debe dotarla de significado. Posteriormente, se le dio el nombre por el que se conoce hoy en día y se la relacionó con la meningitis por la que el artista fue hospitalizado mientras la pintaba, con un compromiso con la clase trabajadora o con una alegoría de la turbulenta situación política de una Finlandia oprimida y en proceso de rusificación.

Dos muchachos de aire sombrío transportan por un paisaje estepario a una criatura alada y resplandeciente. Los ojos de este ángel de cabellos pajizos están vendados y hay un reguero de sangre en una de sus alas; lleva un ramillete de campanillas de invierno en la mano derecha, y tiene la cabeza inclinada hacia abajo, como si le avergonzara verse expuesto a la luz del día.

Las figuras angelicales se cuentan entre los principales temas del simbolismo, quizá por su perfección, que escapa a nuestra comprensión, o por su numinosa belleza. En el caso del ángel de Simberg, verlo tan bello y humillado hace que el corazón se encoja y produce un dolor que se torna casi insoportable.

Si necesitas escapar de la monotonía de la realidad empírica, acércate a Helsinki antes del 28 del próximo mes para descubrir lo invisible escondido en las salas de «In the Spirit of Symbolism» (si te apuras, puede que incluso llegues a tiempo de salir a la caza de auroras boreales, lo más parecido a contemplar el mundo espectral rasgándose en el cielo). Asimismo, te invito a llorar a solas con las obras que Nathalia Brodskaya analiza en El simbolismo, pero te pido precaución, no vaya a ser que, como le ocurrió a la gran poetisa rusa Marina Tsvetáieva, tu vida —quizá no tan procelosa como la suya— comience «a adquirir sentido y peso sólo transfigurada, es decir, en el arte».