El caso es que de ahí me quedó cierto gusto por lo oscuro que más tarde me llevó a Bécquer, Poe, Lovecraft, Mary Shelley, William Blake,... y cuando tuve edad para apreciar el arte a Goya, Delacroix, Doré, o Fiedrich, entre otros. Por eso, con los actuales vampiros (¿o debería llamarlos gusiluces?), hombres lobo y demás especies, me entra una especie de depresión que sólo desaparece pensando en que son días dorados para los zombis, algo que siempre consuela.
Porque seamos francos, ¿tan blandos nos hemos vuelto que necesitamos una versión edulcorada de estos seres?